Hola-Hello-Bon jour- привет-Hallo-Ciao

En definitiva, creo que esta nueva iniciativa surge sobre todo como una actividad más de entretenimiento para mis pequeños ratos desocupados. Principalmente este "intento" de blog va a contener algunas de las fotos que he ido realizando a lo largo de mis recientes viajes y de vez en cuando algún que otro comentario o historia que me surja (supongo que como la gran mayoría de los blogs). Espero resulte recreativo a la par que interesante.

martes, 30 de noviembre de 2010

Todo el mundo quiere tener un amigo, pocos se toman la molestia de ser uno.


Mi amiga Raquel está esperando a que haga una entrada en la que me ponga a despotricar contra la persona que me robó la noche del sábado la cartera, pero en lugar de eso, y haciendo uso de lo poco que he aprendido en la vida, voy a dejarlo pasar. Es verdad que no es del agrado de una que esto ocurra, pero que se le va ha hacer. He perdido algo material, algo reemplazable y que no tiene mayor repercusión. En lugar de eso le voy a dedicar la entrada a ella porque es la mejor amiga que se puede tener. Asique esta entrada va dirigida a mi subnormala preferida, a la Virtu Mayor, a mi gemela Sweet Valley, a mi compi de viajes y percances, en definitiva, a Ra. Porque tú me comprendes y me soportas con mis innumerables defectos. Porque me haces reír y compartes mi risa en los mejores momentos, al igual que en los peores (esa risa nerviosa que me sacas cuando estoy llorando y que surge sin saber porqué pero que ayuda un montón). Porque hemos vivido mil y una aventuras por el mundo y aun nos quedan por lo menos otras mil y una más. Compartimos la suerte: a ratos la tiene ella y a ratos yo (por cierto, si lees esto haz el favor de pasármela un tiempo, porque vaya racha que llevo). No sólo compartimos la suerte, la torpeza es algo que nuestros amigos nos achacan constantemente, el gusto por viajar y hacer cosas nuevas, vivir percances con el coche día si día también, etc.
Nos unió un deporte, el Judo, y desde ese momento, aparte de demostrar nuestra amistad negándonos a luchar la una contra la otra en varias competiciones (esto es cierto, estuvimos dando vueltas en el tatami  bastante rato hasta que nuestro profesor nos gritó desde fuera que si éramos tontas o era una broma de mal gusto y tuvimos que empezar a luchar) hemos seguido luchando juntas contra la propia vida. La verdad que ella me ganaba, aunque si hablamos de tenis la cosa cambia :)
Canadá, Alemania, campamentos del colegio, el inter-raíl, esquiando en Andorra, Italia… todos esos lugares han sido testigos de nuestros episodios más divertidos y a la vez memorables. Su mayor virtud es para mí su mayor defecto: una paciencia infinita y muy pocas ganas de discutir. Yo que soy de esas personas que le gusta hablar las cosas y si es posible discutir de vez en cuando se hace muy difícil hacerlo con una persona tan calmada y que no entra al trapo y se limita a apaciguar la situación. En cierto modo, gracias a eso las veces que nos hemos enfadado se pueden contar con los dedos de las manos (igual que otras cosas). Las dos disfrutamos de nuestras respectivas familias y apreciamos lo que han hecho por nosotras. La aprecio porque sabe guiarme hacía las decisiones correctas y hacerme ver lo que muchas veces yo paso por alto. Podría seguir escribiendo páginas y páginas de nuestras experiencias, pero en lugar de eso voy a poner alguna de nuestras fotos y voy a sonreír mientras recuerdo en mi cabeza alguna de las historias más míticas.  Ra&Nu         ¡tQm!








Gracias.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

martes, 16 de noviembre de 2010

Along the rails...



Esta entrada de hoy es sobre uno de los mejores viajes que he hecho por el momento. En el verano de 2008, coincidiendo con el verano del primer año de universidad, nos dispusimos ha hacer el mítico interrail que todo joven debería hacer al menos una vez en su vida. Si son más, mejor. Nos juntamos mi amiga Raquel(torpe por naturaleza), mi amigo Pablo (¿vergüenza, que es eso?) y después se nos unió Khata, una compañera de la universidad de Pablo (medio alemana medio española y algo peculiar pero muy simpática), aunque con ella no nos reuniriamos hasta llegar a Berlín. Como se ve arriba los países que recorrimos fueron: Alemania, Polonia, Croacia y Eslovenia. El recorrido en un mapa sería tal que así: 


El viaje empezó en Segovia, a las 6 de la mañana, macutos a cuestas con todo lo necesario, o mejor dicho, con lo indispensable para pasar un mes por Europa. La primera anécdota fue la de los paletos (osea, nosotros) teniendo que pagar ocho euros y pico por persona por no haber tenido el billete de la Renfe (explicación: a la salida del ave no hay que pagar y puedes pasar a otro tren sin billete... lo que no sabíamos era que el truco estaba en la salida, así que nos topamos con el más majo de la Renfe y nos quitó nuestro apreciado dinero). Por cierto, llevábamos tres tipos de monedas (euros, zlotys y kunas), y a la vuelta se nos juntaron también los francos suizos; vamos, que podíamos haber montado una oficina de cambio sin problema alguno. Tras la llegada a Madrid nos montamos en el avión rumbo al aeropuerto de Frankfurt. El vuelo sin problemas. Para llegar a Berlín tuvimos que coger un autobús del aeropuerto a Frankfurt ciudad y luego un tren a Berlín. Dato importante: en Berlín no teníamos hostal reservado, aunque Pablo casi nos consigue una casa para quedarnos tras meter fichas a unas alemanas en el tren. Llegamos a las siete de la tarde y lo primero que hicimos fue dejar los macutos en la consigna de la estación de tren y nos fuimos a visitar la increíble ciudad Raquel, Pablo y una servidora ya que Khata no llegaba hasta el día siguiente. 


Brandenburger Tor

Reichstag nocturno
Esa noche conocimos a unos alemanes con los que tomamos unas cervecitas intentando alargar la juerga hasta altas horas de la noche, dormitamos en la explanada de enfrente del Reichstag hasta que el frío pudo con nosotros, paseamos por la orilla del río Spree a las cuatro o cinco de la mañana viendo amanecer y finalmente decidimos ir a ver si dormíamos algo a la impresionante obra arquitectónica que es la Berlin Hauptbahnhof. 


Postdamer Platz
Aquí podría incluir la particular historia de cómo dos típicos (guapos, altos y rubios) policías alemanes nos despertaban en un estrepitoso alemán a lo que se podía traducir con un "Por favor, un poquito de decencia, que esto es una estación de tren, no un camping ocupa". La verdad es que nuestras pintas no eran las mejores. Raquel y yo nos levantamos rápidamente porque sólo estábamos tapadas con los chubasqueros y los abrigos, pero al preguntarnos por una especie de bulto bajo un paraguas y cientos y cientos de camisetas, jerséis y mantas (en efecto, era Pablo) tuvimos que admitir que venía con nosotras.  

Nos revisaron la documentación durante un largo rato y al final se despidieron con un gesto en la cara de "comportados, bitte". Finalmente llegó Khata y nos pusimos rumbo a Polonia. Primera ciudad polaca: Wroclaw. 




Una ciudad pequeña pero llena de encanto. La vimos de día y de noche y nos encantó el parque al que llaman de los enamorados (foto del puente). El hostal era una especie de psiquiátrico abandonado pero estaba bastante bien. Siguiente parada: Poznan. 

Castillo Imperial de Poznan
Monumento de las dos cruces

En Poznan estuvimos muy poco pero nos dio tiempo a ver gran parte de la ciudad. Nos dio tiempo incluso a hacer una pequeña parada en un acogedor parque en el que descansamos un poco de las pocas horas de sueño y la cantidad de paseos que dimos (no entendíamos el medio de transporte polaco).


Ayuntamiento de Poznan


        
Tras dejar Poznan, nos dirigimos mucho más al norte a una ciudad llamada Gdansk que estaba bañada por el mar Báltico. Una ciudad preciosa y con mucho ambiente. El viaje se nos hizo bastante largo, aunque hicimos un pequeño amigo llamado Igor (y cuando digo pequeño no me refiero a que midiera medio metro, que también, sino que tenia unos cinco años). Aquí podéis ver una foto del típico tren y otra de nuestro amiguete.  

Igor

Algunas fotos de la ciudad portuaria. 


Puerto Gdansk


Esta foto esta un poco desenfocada pero es que fue hecha de repente al ver que el señor del hostal (al cual le faltaba medio dedo y llevaba unos cuantos lingotazos) se nos puso a enseñar lo que tenía escondido por si venían a robarle. Si, es lo que parece: un hacha medieval. Todo hay que decir que es el mismo hombre que para cenar nos preparó gratuitamente una riquísima sopa y nos la sirvió amablemente. Por no decir que intentó emparejarme varias veces con diversos alberguistas holandeses presentándome como "the ice woman". Si, yo tampoco le veo sentido, es más, huí cual liebre. 


Dejamos atrás Gdansk y nos dirigimos hacia la capital: Varsovia. El hostal en el que nos alojamos fue genial. Estaba muy limpio y tenía un ambiente estupendo. Por la noche salimos de fiesta con unos ingleses, aunque estuvimos más tiempo andando de un lado para otro que bailando. Nos lo pasamos bastante bien. 


Esperando el autobús
Fuimos a ver un palacio muy bonito llamado Wilanow. Allí nos montamos en una barca y pasamos uno de los ratos más divertidos del viaje mientras Pablo hacía de gondolero y nosotras disfrutábamos del encantador lago. 

Palacio Wilanow


Paseo en barca

Las chicas en el parque
Raquel
Ghetto de Varsovia
Más fotos de Varsovia:

Plaza de Varsovia

 Al día siguiente fuimos a los campos de concentración de Auswitch y Birkenau. Que se puede decir que no se sepa, una visita devastadora y bastante desagradable, aunque claro está, no deja de ser parte de la historia y al menos sirve como recuerdo de lo despiadado y cruel que puede llegar a ser el hombre. Se te encoje el alma de tal manera al entrar que no se pe puede explicar con palabras. Hay que experimentar personalmente la angustia que es estar en un sitio dónde tanta gente ha muerto, o mejor dicho, ha sido asesinada.
Hice muchas fotos, pero al igual que con el resto sólo voy a subir unas pocas para que se vea la idea.  



Birkenau

Tras ver los campos de concentración, volvimos andando un largo camino hasta la estación de tren. Al día siguiente nos tocaba cambiar de ciudad, la última parada de Polonia: Cracovia. 



De Cracovia no tengo fotos ya que la única que se llevó la cámara por la ciudad fue Khata y a parte de quedarnos sin todas las fotos que había en su cámara (que eran bastantes) la robaron la cámara y la cartera en el tren mientras íbamos de Cracovia a Budapest en un tren nocturno. En fin, una pena la verdad. En el albergue de Cracovia, que era un poco roñoso como se observa en la foto, tuvimos que lidiar con unos franceses borrachos que llegaron a las tres de la mañana y se pusieron a bailar desnudos por la habitación. Una escena bastante peculiar e inolvidable. Las brasileñas que dormían con nosotros no salían de su asombro. Uno de los días también salimos con unos chicos de Barcelona muy simpáticos con los que ya habíamos coincidido en Varsovia y fuimos a los antros más chics del centro y a una tetería algo extravagante. 

Hostal de la Maybe en Cracovia
Típica seña Polaca

Continuamos el viaje sin llegar a dormir en Budapest ni pudimos ver la ciudad porque el tren hacia Liubliana salía al poco rato de llegar. Raquel y yo nos hicimos amigas de unos barrenderos húngaros y luego conocimos al taxista que nos llevó a la estación que según él era el Raúl Gonzalez húngaro, incluso nos enseñó su foto en el periódico con gran orgullo.

Tren estilo Harry Potter

 La llegada a Eslovenia fue bastante curiosa, para empezar no teníamos ni idea de cómo llegar al hostal y además era muy muy de noche. Estábamos andando por las calles de Liubliana cuando de repente un coche pegó un derrape a nuestro lado y de él se baja un joven enorme y nos dice: ¿Españoles? ¿Pablo? Nosotros nos quedamos con cara de: ¡Socorro, este hombre es un sicario de la mafia eslovena y nos viene a secuestrar! Cuando nos disponíamos a salir corriendo nos explica que es del hostal y que cómo habían visto que la hora de llegada que habíamos puesto se había pasado mucho había venido a ver si nos encontraba. Un puntazo, la verdad, ya que nos llevó al hostal en coche porque debíamos de estar en la otra punta de la ciudad. Al llegar al hostal descubrimos una maravilla recién construida y llena de gente joven de lo más maja. Nos tocó en la habitación con un canadiense guapísimo. Al día siguiente visitamos la ciudad en una bicicletas que alquilamos, en dos palabras: im-presionante. Que belleza de país. No sorprendió lo hermoso que era Eslovenia. Es un destino que en muy pocos años va a tener un boom turístico porque está aún por descubrir.



Liubliana



Montamos en piraguas por el río y cenamos una cantidad ingente de una de las mejores pizzas que he comido y a un precio muy bajo. Pablo casi revienta porque nos apostamos con él que no se comía una grande el sólo y casi lo consigue. Atención al tamaño del tenedor en comparación con la pizza. La vuelta en bici al hostal fue dura. Allí hicimos amigos ingleses, americanos y un australiano un poco raro y salimos de fiesta por Liubliana. 

Proceso de las Pizzas y la apuesta
 Uno de los días fuimos a ver uno de los lugares más bonitos del viaje: la isla de Bled con su lago. Estuvimos dando un reconfortante paseo por el lago y el campo. Incidente del "perro" en el que no voy a entrar en detalle por no levantar antiguas "heriditas". A la ida habíamos ido en autobús y sin querer se nos pasó la hora y no quedaban autobuses, por lo que Raquel, Khata y yo nos fuimos (Pablo se quedó porque quería seguir un rato más) y nos tocó hacer autostop. Nos recogieron una pareja muy simpática se hippies y nos llevaron hasta la ciudad. Fueron super amables e incluso nos recomendaron sitios para salir (y eso que rondaban los 50 años, aunque eso sí, la mujer fue fumando un gran porro durante la mayor parte del viaje mientras nos contaba historias de su juventud). 



Isla de Bled

Tras la maravillosa Eslovenia nos tocaba la no menos bonita Croacia. Primero Zagreb, la capital, y posteriormente un recorrido por la costa Dálmata.


Zagreb
Alquilamos un coche para poder llegar a Dubrovnik. Bueno, no sólo para poder llegar allí, también dormimos en él las dos noches de viaje, aunque eso sí, a lado de a playa.  He de contar que es todo una experiencia estarse duchando y lavándose los dientes al lado de un chiringuito very chic, irte a vestir a tu coche-apartamento y presentarte en el chiringuito en el que estaba toda la gente que te había estado mirando durante el proceso anterior y pedir sin pudor cuatro mojitos. Por cierto, el maletero no era para nada cómodo, no hay que olvidar que los macutos también venían con nosotros...

Hostal en Split


Bar en las rocas
Con lo que nos ahorramos en casa nos dimos una gran comilona de platos croatas en Split en una taberna típica con vistas al mar (pero no en la misma orilla como en Dubrovnik, esta vez con cubiertos, camareros y más glamour).  Las playas dálmatas son un lujazo. 


Vista de Dubrovnik





Tras la costa Dálmata, Khata se marchó de vuelta a Alemania porque tenía unos asuntos pendientes, y nosotros nos permitimos un capricho más: nos cogimos un ferry hasta la isla de Hvar (uno de los destinos de lujo de la zona) para estar unos días en la playa y descansar un poco de todo lo que habíamos andado.


Playa de Hvar

Pablo montando en flotador

Visión de Hvar desde el ferry hacia Split
 Nos alojamos en un típico Sobe (nada más salir del ferry te acosan para que vayas al suyo, y cuando digo te acosan es te acosan a más nos poder, tuvimos que salir corriendo y coger el primero para que el resto nos dejara en paz). Fue genial. Nos gastamos todo el dinero que nos quedaba en el Sobe, un bote de crema que en vez de protegernos del sol nos torró y en el billete de vuelta del ferry, por lo que un día nos tocó comer un kilo de plátanos (menos mal que Raquel le dijo al hombre del puesto que nos pusiera a big kilo). 

Nuestro pies morenos

Basilea
La hora del fin del viaje se aproximaba. Antes de volver pasamos por Basilea a ver a Jule (una chica muy simpática alemana que en ese momento era novia de Pablo). Pablo se quedó allí y Raquel y yo nos volvimos para España. Un viaje increible con un montón más de anécdotas que no puedo escribir porque ocuparía todo el blog. Gracias chicos por ese viaje tan asombroso. Espero que lo repitamos pronto. Termino con una frase que me ha gustado: La vida no consiste en esperar a que pase la tormenta, sino en aprender a bailar bajo la lluvia.